Bien difícil resulta plasmar en un mapa algo tan abstracto como la cultura en los siglos XVI y XVII; por ello con la acotación de imprentas, academias y universidades trataremos de medir algunas de la variables que siempre se introducen en el discurso de la vida cultural de un pueblo.
Imprentas
Conocida por todos es la larga y vieja discusión sobre el origen de la imprenta en los reinos de la Península Ibérica. Si bien hoy está descartado que la sociedad constituída por los alemanes Enrique Botil, Jorge von Holt y Juan Planck, según contrato signado en Alemania en 1473 para establecerse en Zaragoza, pudiese llegar a funcionar, a Zaragoza le cabe el honor de haber salido de sus prensas el primer libro impreso que conocemos con colofón completo: nombre del impresor, lugar, año, mes y día de terminación, el Manipulus Curatorum.
La producción tipográfica zaragozana fue abundante en el siglo XV. Son conocidos cerca de 150 incunables de siete impresores, de origen alemán. Algunos de estos libros son de una extraordinaria factura. En este final de siglo, Híjar también tuvo taller de impresión abierto desde 1485 y quizás otro desde 1482, fundado por tres socios, judíos conversos, que imprimieron una serie de obras en hebreo de una gran importancia.
En el siglo XVI la imprenta se extenderá a Huesca y Epila y desaparecerá Híjar debido a la expulsión de los judíos en 1492. En el siglo XVII se incorporarán a esta escuálida nómina de ciudades con imprenta Barbastro y Jaca. En ciudades importantes como Teruel y Calatayud no aparecerán talleres de impresión hasta el siglo XVIII, incorporándose más tardíamente Alcañiz, Tamarite de Litera, Fonz y Tarazona.
Zaragoza seguirá siendo la ciudad con un mayor número de impresores, compitiendo en este siglo XVI con otras ciudades españolas con talleres tan renombrados como los de Jorge Cocci, Pedro Bernuz, Domingo de Portonariis... El único impresor oscense del siglo XVI fue Juan Pérez Valdivieso, castellano, quien en 1598 se instaló en Zaragoza. Toda la producción tipográfica de esta imprenta estaba relacionada con las necesidades de la universidad sertoriana: así imprimió obras de Ovidio, Jorge Manrique, Blasco Garay,... Hubo también imprenta en Épila de donde salieron libros estampados por Valdivieso, venido de Huesca o por Tomás Porralis trasladado temporalmente desde Tudela.
El siglo XVII traerá malos tiempos para la imprenta: la recesión económica se hará notar, se trabajará con papel de peor calidad, la Inquisición vigilará más de cerca los trabajos... pero ello no impidió que la imprenta zaragozana siguiese activa y con una buena cantidad de talleres entre los que destacaron los de Dormer, Lanaja, Labarte, Larrumbe, muchos de los cuales seguirán sus trabajos en el siglo siguiente junto con otros de nueva creación, sumando una cincuentena de oficinas tipográficas a los que habría que añadir las nuevas instaladas en otras localidades como Teruel y Calatayud.
Sobre la producción editorial de la imprenta aragonesa conocemos muy poco ya que los repertorios de ediciones son incompletos. Con la lógica prevención de estos datos los historiadores acostumbran a hablar de 119 ediciones entre 1500 y 1520 y de 905 para todo el siglo XVI y para la imprenta zaragozana. Y si difícil es responder a la pregunta sobre la producción todavía lo es más a las de ¿quién compraba y leía esos libros? y ¿quién poseía bibliotecas y de qué tamaño eran? Con un 80 o 90 por ciento de analfabetismo y sin datos sobre los tipos de lectura realizados y la frecuencia (en familia, en púlpitos, individual...) poco podemos aportar y en cuanto a las bibliotecas debían ser escasas y con pocos volúmenes siendo cirujanos, abogados, notarios, nobles y eclesiásticos quienes poseían por regla general entre 5 y 25 libros y realmente excepcionales las bibliotecas con un mayor número, sobresaliendo la de Zurita en el siglo XVI y la de Lastanosa en el XVII con más de 980 títulos ésta última.
Universidades y escuelas
Desde los siglos de la Edad Media existían escuelas eclesiásticas donde se aprendía a leer, escribir y contar en una especie de enseñanza primaria que tenía su continuación con el Trivium y Quadrivium y el latín en lo que podría ser la enseñanza secundaria. Durante la Edad Media se fundaron en Aragón escuelas eclesiásticas antes de que el Concilio de Letrán en 1174 estableciese que en cada catedral debía constituirse un beneficio por el maestro que enseñase a los escolares y clérigos de forma gratuita. En los siglos XVI y XVII se van a ir abriendo en Zaragoza, Huesca, Calatayud y Alcañiz escuelas regentadas por las Órdenes religiosas en donde la lucha por el control de la enseñanza fue importante.
Estudios de Artes hubo en Zaragoza, expendiendo títulos de Bachiller desde 1474, transformado en Universidad en 1583, en Huesca en 1354, Barbastro en 1268, Teruel, 1396, Tarazona a inicios del XIV, lo mismo que Daroca, Jaca en 1488, Calatayud que fundó escuela de latinidad en 1400, Uncastillo en 1543 y Alcañiz en el XV.
En Huesca y por privilegio de Pedro IV de Aragón que no hizo uso de la prohibición de Jaime II de fundar nuevas Universidades en la Corona de Aragón al crear el estudio de Lérida, el 12 de marzo de 1354 es erigida la Universidad con los mismos privilegios que la de Montpellier y Lérida. Fue revitalizada en 1465 al transformarse en mecenas de la institución el Rey, el Concejo y el Obispo. Durante el siglo XVI la vida universitaria en Huesca va a verse mediatizada por el enfrentamiento con Lérida y con Zaragoza por su pretensión de tener Estudio General.
En Zaragoza el Rey Juan II concedió en 1476 un privilegio por el que la Escuela pasó a ser Estudio General. La burguesía, el municipio y el arzobispado pretendían una Universidad, pero las disputas por su control y los enfrentamientos con Huesca fueron demorando su creación. Será Carlos I en Monzón y en 1542 quien le dé un empujón definitivo consolidándose, no sin pocos problemas y reticencias, en 1583 cuando la tenacidad de Pedro Cerbuna lleve a buen puerto el proyecto eligiéndose rector e inaugurando el curso el 24 de mayo de ese mismo año. La singladura de la Universidad tropezó con arduos problemas: las críticas y pleitos de la Universidad de Huesca, la indecisión de Felipe II en su apoyo y la oposición de determinadas personalidades que colapsaron en un primer momento su vida económica. Lecciones, estatutos, cátedras, construcción de edificios donde albergar las nuevas enseñanzas, la vida estudiantil... son aspectos de la vida universitaria que en modo alguno son ajenos a la Universidad de Zaragoza a lo largo de los siglos XVI y XVII.
BIBLIOGRAFÍA
.AA. VV. (1982): Historia de la imprenta hispana. Madrid.
.-- (1983): Historia de la Universidad de Zaragoza. Madrid.
.GALLEGO BARNES, A. (1990): Los humanistas alcañizanos. Zaragoza.
.JIMÉNEZ CATALÁN, M y SINUÉS Y URBIOLA, J. (1920-21): Historia de la Real y Pontificia Universidad de Zaragoza. Zaragoza.
.SÁNCHEZ, J. (1961): Academias literarias del siglo de Oro español. Madrid.
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