ÍNDICE POR ÉPOCAS

EDAD MODERNA

76. MORISCOS ARAGONESES. REPARTO GEOGRÁFICO Y POBLACIONAL · G. Colás Latorre.

Es frecuente entre el gran público confundir los términos mudéjar y morisco. Tal confusión deriva de la propia realidad social que definen: la minoría musulmana que permaneció en territorio cristiano tras la conquista. Pero entre los dos términos que se refieren al mismo grupo social existe una diferencia que por la dinámica de los hechos se convirtió en trascendental par la minoría: el bautismo. El morisco es el mudéjar bautizado. A partir de la recepción de las aguas bautismales, el término mudéjar es suplantado por el de morisco, nuevo convertido, nuevo bautizado o cristiano nuevo.

El bautismo no fue una elección libre y personal. Fue una imposición. Los mudéjares ni fueron convertidos ni se convirtieron. Se vieron forzados a acudir a la pila bautismal obligados por la monarquía quien les puso en la disyuntiva de recibir el bautismo o abandonar España. La mayoría optó por quedarse en el territorio de sus mayores. El 12 de febrero de 1502 una real cédula obligaba a los mudéjares castellanos a elegir entre el destierro o el bautismo. En la Corona de Aragón la medida se retrasó hasta el 8 de diciembre de 1525. Sólo a partir de estas dos fechas -1502 y 1525- puede hablarse de moriscos y ya no de mudéjares.

La minoría morisca estaba asentada, como puede apreciarse en el propio mapa, a lo largo de la ribera del Ebro y en los valles bajo y medio de sus afluentes. Una parte importante se concentraba en los ríos Queiles, Huecha, Jalón, Huerva, Aguas, Martín, Guadalope y Matarraña que dan sus aguas al Ebro por la derecha. Sólo excepcionalmente aparecen asentamientos en el curso alto de algunos de estos ríos. El morisco estaba diseminado en todo el glacis que se extiende desde el curso del Ebro a las estribaciones del Sistema Ibérico. Una región de agricultura bastante rica. La mayor parte de las villas moriscas estaban situadas en la actual provincia de Zaragoza y sólo algunas en el extremo norte de la de Teruel.

Más al sur sólo existían algunos islotes, al oeste de Calatayud, en el valle del Jiloca hacia Albarracín.

Al norte del Ebro, salvo alguna excepción, sólo encontramos pequeños núcleos sin importancia, situados al oeste y sur de Huesca y también al este, hacia los ríos Vero y Cinca. Al norte, únicamente Naval, en el Prepirineo.

En este amplio marco geográfico se asientan ambas comunidades. Lugares de población totalmente morisca aparecen junto a otros habitados por cristianos mientras, en no pocas ocasiones, unos y otros, cristianos y moriscos, ocupan un mismo recinto.

La distribución geográfica y un pasado de varios siglos en común constituyen dos elementos fundamentales a la hora de abordar el estudio de la comunidad en Aragón. Ubicados en las mejores y más pobladas tierras, el morisco pudo soportar una mayor presión señorial y disponer además de unos excedentes de los que no gozaban posiblemente los cristianos libres de los estériles secanos aragoneses. Al mismo tiempo la geografía impuso unas relaciones permanentes entre ambas comunidades que se tradujeron socialmente en la pérdida de su lengua y su vestimenta.

La mayor parte de los moriscos hasta un porcentaje que ronda el 90% habita lugares de señorío y trabaja, frente al cristiano, unas tierras pertenecientes al señor. En consecuencia su «status» se halla recortado por su condición servil y su economía por la detracción que ejerce sobre su explotación el señor. Esta detracción alcanzaba en las tierras de regadío de algunos lugares como Calanda y Foz-Calanda el 33% de los cereales, aunque lo común era el 25%. A ello se deben añadir, para tener una imagen algo más nítida de la situación económica del morisco y de su importancia en el mantenimiento del orden social, otras contribuciones derivadas de la utilización de los molinos, hornos, etc. señoriales (monopolios señoriales), censos de distinta naturaleza y escasa cuantía y los presentes, que se ofrecían en determinadas festividades. El morisco era fundamental para el mantenimiento de las clases privilegiadas y no es pura casualidad que la población morisca se encuentre mayoritariamente en los señoríos de las más importantes casas nobiliarias aragonesas. La relación morisco, renta y prestigio social parece evidente.

Esta dependencia del morisco que en definitíva define la renta y el prestigio de sus amos, los señores, explica la actitud de estos frente a los nuevos bautizados y en cierta medida la política de la monarquía frente a la minoría. Los señores se negarán en rotundo a ceder un ápice de sus derechos y rentas -en realidad no parece que hubiera argumentos para que hicieran lo contrario- tras el bautismo y mantendrán a los nuevos cristianos en la vieja condición social y económica que desde la conquista habían tenido. La aljama será transformada en concejo de los cristianos nuevos, paralelo al concejo de los cristianos viejos y rector lógicamente de los asuntos de la minoría, que de esta forma era mantenida al margen de la comunidad cristiana vieja. De la misma manera los señores obligaban a los nuevos convertidos a pagar lo mismo que cuando eran mudéjares. Aparentemente nada había cambiado en la vida de la comunidad morisca. En realidad el bautismo, que no supuso ningún paso integrador entre las dos comunidades, se convirtió, por la pertinaz negativa del morisco a renegar de su vieja fe, en un elemento de inestabilidad social, persecución y ruina de la familia morisca. La Inquisición se cebó sobre la minoría por las razones más variopintas que van desde la defensa de la ortodoxia (evidentemente el nuevo bautizado rechazó la doctrina cristiana aunque en realidad nadie había hecho nada para que la admitiera), pasando por la ambición económica de los inquisidores hasta llegar a las necesidades de galeotes de la monarquía. El morisco reaccionó refugiándose en su pasado y en su religión y buscó un salvador que lo encontró en los turcos. Algunos esperaron su llegada como la de un nuevo mesías e incluso conspiraron para facilitar la invasión aunque muchas de estas tramas no pasaron de ser puras fantasías o viles trampas saduceas tendidas a los moriscos. El doble agente no fue una creación del estado burgués.

El morisco era fundamentalmente campesino como lo era el cristiano. Y es difícil que fuera de otra manera en una sociedad rural como la tardofeudal. Pero también encontramos una gama de oficios semejante a la desempeñada por los cristianos. Asímismo es ganadero-pastor, mercader y trajinero.

Se ha hablado de la pobreza de los nuevos cristianos y durante tiempo se ha considerado que esta era la condición social que podía aplicarse como definitoria de la comunidad. Hoy sabemos que existía una diferenciación social dentro del campesinado y de la propia minoría. No son extraños los campesinos ricos, ganaderos pudientes y mercaderes adinerados e incluso los prestamistas a cristianos viejos. Esta minoría enriquecida constituía la clase dirigente de la comunidad.

BIBLIOGRAFÍA

.COLÁS LATORRE, G. (1979): La bailia de Caspe en los siglos XVI y XVII. Zaragoza.
.DOMÍNGUEZ ORTIZ, A. y VICENT, B. (1985): Historia de los moriscos. Madrid.
.LAPEYRE, H. (1959): Géographie de l´Espagne marisque. Paris, (edición en castellano, Valencia, 1886).
.VV. AA. (1988): Destierros aragoneses, I. Judíos y moriscos, pp. 189-375. Zaragoza.

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