ÍNDICE POR ÉPOCAS

ÉPOCA ISLÁMICA

34. LA CULTURA MUSULMANA EN LA MARCA SUPERIOR · D. Bramón.

La Cultura del territorio actualmente aragonés en esta época formó parte de la musulmana y debe situarse, por tanto, dentro del marco general de esta cultura. La práctica del Islam comporta el conocimiento y desarrollo de determinadas materias científicas y condiciona como consecuencia la cultura que produce.

El Corán, además de contener la Revelación divina, se constituyó en código de la sociedad islámica y generó estudios de jurisprudencia, del mismo modo que las prescripciones religiosas (peregrinación, calendario, horas del rezo, orientación a la alquibla, repartición de herencias, limosnas obligatorias, etc.), fueron un factor decisivo para el desarrollo de los conocimientos geográficos, astronómicos o matemáticos. Desde el punto de vista lingüístico, el hecho de que el texto coránico esté escrito en árabe y que la ortodoxia no admita su traducción, comportó la expansión de esta lengua, impulsó los estudios de gramática y lexicografía y produjo una literatura altamente cultivada. El deber de peregrinar a La Meca facilitó la difusión y el intercambio de los logros obtenidos.

Dentro del panorama general de la cultura andalusí, la Frontera Superior fue un notable centro de recepción de conocimientos a la vez que tuvo una importancia crucial en su transmisión a la Europa cristiana y, con el paso del tiempo participó con voz propia en la creación de nueva cultura.

A principios del siglo IX se observan los primeros contactos de tipo espiritual entre el Islam y el imperio carolingio (florecimiento de la doctrina adopcionista de Félix de Urgell en estrecha relación con el unitarismo islámico). Al final del siglo, gracias al gran movimiento viajero hacia Oriente (y viceversa) que se realiza a través del Ebro y su valle, culmina la introducción del saber oriental y se inicia el nacimiento de centros culturales propios, entre los que destacan Zaragoza, Calatayud, Huesca y Tarazona. Durante las taifas ya puede hablarse claramente de producción autóctona. La taifa de Zaragoza, en manos de dinastías árabes tradicionalmente más cultas, acoge y protege a sabios y literatos de otras tierras y se erige en foco cultural de primer orden. Las obras más específicamente literarias y, sobre todo, la poesía, tienen insignes representantes y constituyen una interesante crónica de las relaciones con Navarra y Cataluña. En los reinados de alMuqtadir y al-Mfl'tamin, ambos también científicos, se alcanza el apogeo y la Aljafería, siguiendo el modelo de la Casa de la Sabiduría de Bagdad, se convierte en sede de estudio tanto para musulmanes como para judíos. Destaca el desarrollo de las matemáticas, de la lógica, de la astronomía y de la gemetría y, en el campo de la filosofía, la propagación de las doctrinas sincretistas y neoplatónicas de la Enciclopedia de los Hermanos de la Pureza. En jurisprudencia se impuso el malikismo y surgieron polémicas teológicas y exegéticas de alto nivel al mismo tiempo que fructíferos intercambios científicos con cristianos y judíos. La medicina y la farmacología brillaron con luz propia, progresaron considerablemente los métodos quirúrgicos y mejoraron las técnicas de amputación y de cauterización.

El esplendor de la cultura árabomusulmana en la Marca Superior tuvo, además, su paralelismo en la judía (estudios de filología hebrea y aramea, exégesis bíblica y cultivo de la poesía tanto sagrada como profana). Las traducciones del árabe y del hebreo al latín son un claro exponente de la importancia de la Marca como lugar propicio al trasvase cultural. Estudiosos de la Escuela de Chartres acuden para aprender, a la vez que sus eruditos se desplazan para enseñar en la Europa cristiana.

A los avances científicos y filosóficos conseguidos en el período musulmán aragonés se difundieron a Occidente las ideas racionalistas y aristotélicas, se descubrieron errores en el sistema Ptolemaico y se establecieron los fundamentos para la futura revolución astronómica.

Con la conquista cristiana la cultura islámica quedó marginada. Reducida a los círculos mudéjares y luego moriscos contó, sin embargo, con una literatura notable, relegada finalmente a su expresión aljamiada.

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