ÍNDICE POR ÉPOCAS

EDAD CONTEMPORANEA

99. LA ORDENACIÓN DEL TERRITORIO ARAGONÉS Y LA ESTRUCTURA SOCIAL DE SU POBLACIÓN (1836-1860) · C. Forcadell Álvarez.

El nuevo estado liberal exigía inexcusablemente una nueva ordenación territorial que superara el abigarramiento de las diversas instancias jurídicas y administrativas propias de la sociedad del antiguo régimen y que sirviera de base a una administración moderna, a la francesa, concebida desde los criterios propios de la nueva sociedad y del nuevo estado, una uniformización y racionalización administrativa adecuada a la igualdad jurídica de los ciudadanos establecida en el punto de partida de la edad contemporánea.

Como tal exigencia, y al igual que otras medidas fundamentales para el establecimiento del nuevo orden, la división provincial e intraprovincial fue intentada por los ilustrados (Floridablanca), por las Cortes de Cádiz, por la administración de José Bonaparte y por los legisladores del Trienio Constitucional. La Constitución de Cádiz (1812) era bien explícita, al afirmar en su artículo II que «Se hará una división más conveniente del territorio español por una ley constitucional, luego que las circunstancias políticas de la Nación lo permitan».

Lo permitió el Real Decreto de 27 de enero de 1833 de Javier de BURGOS, estableciendo una división provincial del territorio español que ha llegado hasta hoy. Su artículo 2 dice sencillamente que «El Aragón se divide en tres provincias, a saber, Huesca, Zaragoza y Teruel». Algo que hoy resulta tan obvio quedó establecido firmemente en la primera ordenación que del territorio español hizo el naciente estado liberal. Los límites de la región aragonesa no plantearon problemas mayores, haciendo referencia «a la antigua línea divisoria de Cataluña y Aragón» etc., pero sí que fue necesario descender a pormenorizar las lindes entre las tres nuevas provincias. La reforma de Javier de BURGOS ha sido considerada respetuosa con la historia y no generó en su momento particulares oposiciones.

Pero no bastaba con la división provincial, y un decreto de 21 de abril de 1834 dispuso la división de cada provincia en partidos judiciales, ordenación territorial de no menos trascendencia por cuanto canalizaba la vida política y administrativa hasta el nivel local y que significaba mucho más que la definición del ámbito de la administración de justicia, pues todas las tareas del nuevo estado pasaban desde la provincia y desde su Jefe Político hasta las cabeceras de los partidos judiciales, en el terreno de la hacienda (cobro de contribuciones), de la educación, del servicio militar, registro de la propiedad, elecciones... etc.

Por todo ello esta división administrativa interna de Aragón y de sus tres provincias es fundamental para la historia de los siglos XIX y XX, porque la realidad económica y política pasa a través de esta red organizativa, porque las propias fuentes históricas de la nueva administración se producen a partir de ella, y por la perdurabilidad de esta ordenación del territorio hasta nuestros días. La división en partidos judiciales de 1834 es la que queda reflejada en el mapa central. Habrá algunas modificaciones, como la creación del partido de Tamarite a mediados de los años cuarenta, que supone un reajuste en la comarca y la transformación del inicial partido de Segura, con algunas modificaciones menores, en el de Segura-Montalbán. En 1965 los 29 partidos judiciales se reducen a 14, como se indica también en el mapa.

Esta división territorial fundamental y de larga permanencia nos permite recordar el escaso grado de urbanización de la población aragonesa según los datos del censo de 1860, con una sola ciudad de más de 15.000 habitantes (Zaragoza), tres entre 10.000 y 15.000 (Huesca, Teruel y Calatayud), seis entre 5.000 y 10.000 (Alcañiz, Caspe, Borja, Tarazona, Barbastro y Fraga), 58 entre 2.000 y 5.000 habitantes, 156 núcleos de población entre 1.000 y 2.000 y 731 de menos de 1.000. Las informaciones del citado censo posibilitan también, siguiendo la elaboración que de las mismas ha efectuado V. PINILLA, reflejar la composición de la población activa aragonesa a mediados del XIX, el fuerte poso de la población activa agraria y la debilidad del sector secundario, en el que se contabilizan trabajadores industriales, mineros y de transportes.

BIBLIOGRAFÍA

. UBIETO, A. (1983): Historia de Aragón divisiones administrativas. Zaragoza.
. GUAITA, A. (1978): "Geografía administraiva de Aragón". Revista de estudios de la vida local, n.º 200. Madrid.

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