ÍNDICE POR ÉPOCAS

ANTIGÜEDAD

13. YACIMIENTOS ROMANOS · M. Martín Bueno. 1991.

La presencia romana en tierras aragonesas supone a la hora de cartografiar los resultados cubrir con una densa mancha de color todo nuestro territorio. El Valle Medio del Ebro fue con prontitud objeto de la atención de los romanos una vez liquidado en tierras del sur, a fin del siglo III a. de C. el último reducto cartaginés. De inmediato comenzaría la lenta tarea de hacerse con el control del interior peninsular y con esa intención, de las tierras que hoy son Aragón.

La entrada y extensión por nuestro territorio se realiza siguiendo las rutas naturales de la conquista y delimitando muy pronto los territorios y comarcas que son necesarios para un control efectivo del resto. La implantación de una serie de caminos militares jalonados de puntos de apoyo en antiguos centros indígenas adquiridos ahora de grado o por fuerza facilitará esa tarea.

Una política urbana con asentamiento de veteranos y traslado de colonos itálicos en puntos estratégicos como queda atestiguado en Bilbilis, Caminreal, Caesaraugusta, es decisiva para extender una forma de vida y administración que sólo finalizará con el control total del territorio y su explotación.

Junto a zonas de intensa presencia de restos romanos según épocas bien delimitadas, otras se perfilan como menos intensamente romanizadas aunque las tareas de prospección sistemática de los años ochenta en comarcas como Monegros, Teruel en sus cuencas mineras, o el Jalón pueden hacer variar sustancialmente la opinión tradicional una vez se compruebe la bondad de los datos obtenidos.

Ciudades como Celsa y Caesaraugusta serán, sobre todo esta última, el foco de atracción de un extenso territorio que trasciende nuestras actuales fronteras regionales. Viejos municipios como Bilbilis, Osca, Turiaso y núcleos como Bursao, Contrebia Belaisca y tantos otros marcan las líneas de irradiación de la romanidad en distintos momentos.

Monumentos, materiales, producciones artesanas o importaciones caras junto a obras de infraestructura costosas, son la muestra de esta intensa presencia de la que raramente se librará alguna parcela de nuestro territorio. Los repartos de tierras en torno a los núcleos importantes, rastreados ahora con seguridad a través de los catastros romanos, muestran esa voluntad de presencia y explotación que sólo se alterará con el devenir de los tiempos tardíos en que se mudarán los viejos esquemas a nuevas concepciones de vida, fruto de las vicisitudes políticas y los cambios sociales.

BIBLIOGRAFIA

. BELTRÁN MARTÍNEZ, A. (1974): Aragón y los principios de su historia. Zaragoza.
. BELTRÁN LLORIS, M. MARTIN-BUENO, M. y BELTRAN MARTINEZ, A. (1980): <<Arqueología romana del Aragón Antiguo>>. Zaragoza, pp. 58-84. Zaragoza.
. LOSTAL PROS, J. (1980): Arqueología del Aragón Romano. Zaragoza.
.  MARTÍN-BUENO, M. (1977): Aragón Arqueológico. Zaragoza.
.  -- (1988): <<La Romanización y sus consecuencias>>. Enciclopedia Temática de Aragón, vol. 8, pp. 53-75. Zaragoza.
.  VV. AA. (1989): Historia de Aragón: I Generalidades. Zaragoza.

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