Herejes
Zaragoza, 30 de noviembre y 1 de diciembre, Salón de Grados de la Facultad de Derecho.
«Al hombre hereje, después de una y otra amonestación, deséchalo».
Esta afirmación en la carta de Tito, 3, 10 serviría a Castelión y sus seguidores para argumentar su posición contraria a la condena a muerte de quienes niegan algún dogma del cristianismo. Pero esa no fue la tónica general. Palabras y poder. Poder para acallar las palabras, poder para anular las palabras, poder para borrar las palabras; formando parte de la práctica de la intolerancia.
El poder de las palabras y la dureza de las expresiones eran moneda común en sermones, como la imprecación constante e incluso una suerte de competición en términos de descalificación superlativa. Odium theologicum: una especie de arma arrojadiza con fuerte carácter despectivo, generalizado tanto en el uso diario y vulgar como en la literatura culta y el teatro. Ese poder extraordinario del lenguaje realzaba la cólera divina expresada proféticamente en boca de sus ministros, añadiendo más emoción que rigor dogmático a las gruesas palabras condenatorias. Y después de las palabras que verbalizaban la herejía, la represión a quienes las pronunciaron.
El plazo de inscripción terminó el día 28 de noviembre.