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Los estudios sobre el arte "gótico" en Aragón, hasta hace poco tiempo, habían permanecido como aletargados, en favor, sin duda, de los dedicados al arte mudéjar [v. mapa 95], con el que coexiste, llegándose incluso a confundirlos con gran insistencia.
El amaneramiento y barroquismo del último "románico" [v. mapa 94] dio origen a una reacción no sólo estilística y artística, sino también conceptual, de raíces profundas. Esa reacción se debió, como en la faceta religiosa, a los "cistercienses", reformadores de la decadente regla "cluniacense" [v. mapa 70]. Sus monasterios, levantados en medio de grandes espacios vacíos, constituyeron la muestra más palpable de los nuevos postulados, concretados en una arquitectura sobria, sin ornamentación y de volúmenes netos. Veruela, Piedra y Rueda de Ebro constituyen la trilogía fundamental de esta floración de monasterios cistercienses, considerados como antecesores inmediatos del arte gótico.
Fuera de ese marco cercano a Levante, son de destacar las grandes catedrales góticas del Reino, como la Seo de Zaragoza, la de Tarazona y la de Huesca, aún cuando todas ellas contienen estructuras y añadidos postgóticos.
Sería injusto silenciar los magníficos ejemplos de arquitectura civil, representada fundamentalmente por abundantes castillos señoriales [v. mapa 75], como los de Valderrobres, Mesones de Isuela o Albalate del Arzobispo.