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96. EXPANSIÓN DEL ARTE GÓTICO

Los estudios sobre el arte "gótico" en Aragón, hasta hace poco tiempo, habían permanecido como aletargados, en favor, sin duda, de los dedicados al arte mudéjar [v. mapa 95], con el que coexiste, llegándose incluso a confundirlos con gran insistencia.

El amaneramiento y barroquismo del último "románico" [v. mapa 94] dio origen a una reacción no sólo estilística y artística, sino también conceptual, de raíces profundas. Esa reacción se debió, como en la faceta religiosa, a los "cistercienses", reformadores de la decadente regla "cluniacense" [v. mapa 70]. Sus monasterios, levantados en medio de grandes espacios vacíos, constituyeron la muestra más palpable de los nuevos postulados, concretados en una arquitectura sobria, sin ornamentación y de volúmenes netos. Veruela, Piedra y Rueda de Ebro constituyen la trilogía fundamental de esta floración de monasterios cistercienses, considerados como antecesores inmediatos del arte gótico.

  • Cada vez son puestas más de manifiesto las influencias levantinas de la arquitectura gótica aragonesa, como es un hecho evidente que las comarcas lindantes con el reino de Valencia son más prolíficas en restos, generalmente iglesias, ermitas y conventos, como las de Caspe, Lledó, Fórnoles, Valderrobres, Molinos o la singular colegiata de Mora de Rubielos, entre otros muchos ejemplos.

    Fuera de ese marco cercano a Levante, son de destacar las grandes catedrales góticas del Reino, como la Seo de Zaragoza, la de Tarazona y la de Huesca, aún cuando todas ellas contienen estructuras y añadidos postgóticos.

    Sería injusto silenciar los magníficos ejemplos de arquitectura civil, representada fundamentalmente por abundantes castillos señoriales [v. mapa 75], como los de Valderrobres, Mesones de Isuela o Albalate del Arzobispo.

  • Característica relevante de la escultura gótica aragonesa es su discreción, si bien pueden destacarse algunas portadas de iglesias (catedral de Huesca, parroquia de Valderrobres, San Pablo de Zaragoza), unas pocas tumbas (la de Lope Fernández de Luna, en la parroquia de la Seo, por ejemplo), y algunos retablos, encabezados por el de la Seo zaragozana.

  • Es la pintura, sin duda, la faceta más destacada del gótico aragonés, tanto por su abundancia como por su calidad para cualquiera de sus etapas evolutivas: lineal o francogótica, italogótica, internacional e hispanoflamenca.