Introducción Índice temático Índice de mapas

92. LÍMITES DIOCESANOS ORIENTALES

En el momento de la invasión islámica [v. mapas 33 y 34], las tierras hoy aragonesas estaban organizadas religiosamente en tres diócesis, de límites imprecisos. Sus obispos residían en Huesca, Tarazona y Zaragoza, pero las tres ciudades fueron ocupadas por los invasores.

  • Aun cuando los cristianos pudieron seguir profesando su religión, poco sabemos de la organización eclesial en los territorios bajo dominio musulmán. Las zonas cristianas del Norte, en consecuencia, se vieron sin sede episcopal, porque la relación entre ellos y su obispo natural, el de Huesca, era casi imposible, por lo que los aragoneses se apoyaron en el de Pamplona y los ribagorzanos en el de Urgell.

  • En el siglo X, los aragoneses se separaron, sin problemas, del obispo de Pamplona, naciendo el obispado de Sasau o Sasave, en tanto que los ribagorzanos y sobrarbenses, con la oposición enconada del obispo urgellense, instauraban la "diócesis Ripacurciense".

  • La diócesis de Sasau o "Suborensi", con sede en San Adrián de Sasave, al ampliarse por el Sur, por la Canal de Berdún, pasó a denominarse "diócesis aragonense" (1011), para convertirse en "diócesis de Jaca" en 1077.

  • Los "obispos Ripacurcienses" ejercieron su acción pastoral en Sobrarbe y Ribagorza, con sede en Roda de Isábena.
  • Las diócesis de Jaca y Roda configuraban sus límites en 1080, por mandato de Sancho Ramírez, aunque durante siglos menudearon los litigios.
  • Cuando se reconquistó Huesca (1096) [v. mapa 47], se quiso restaurar su sede episcopal. Para ello se falsificaron las "actas" de un supuesto Concilio celebrado en Jaca, alegando que la sede jacetana era provisional, hasta que Huesca fuera reconquistada. La capitalidad descendió, por lo tanto, a Huesca.

    Leyenda paralela hizo que Roda se tomara como primer escalón, seguido de Barbastro, para acabar por fin en Lérida, tras ser reconquistada en 1149 [v. mapa 54].

    En definitiva, Jaca, por un lado, y Roda/Barbastro, por otro, desaparecieron transitoriamente como diócesis, en beneficio de dos ciudades grandes y con tradición: Huesca y Lérida.

    Cuando Lérida pasó a depender del principado de Cataluña, a mediados del siglo XIII, por deseo expreso de Jaime I, la mayor parte de la diócesis ilerdense se extendía por territorios del reino de Aragón, situación que ha perdurado hasta hoy.