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En el momento de la invasión islámica [v. mapas 33 y 34], las tierras hoy aragonesas estaban organizadas religiosamente en tres diócesis, de límites imprecisos. Sus obispos residían en Huesca, Tarazona y Zaragoza, pero las tres ciudades fueron ocupadas por los invasores.
Leyenda paralela hizo que Roda se tomara como primer escalón, seguido de Barbastro, para acabar por fin en Lérida, tras ser reconquistada en 1149 [v. mapa 54].
En definitiva, Jaca, por un lado, y Roda/Barbastro, por otro, desaparecieron transitoriamente como diócesis, en beneficio de dos ciudades grandes y con tradición: Huesca y Lérida.
Cuando Lérida pasó a depender del principado de Cataluña, a mediados del siglo XIII, por deseo expreso de Jaime I, la mayor parte de la diócesis ilerdense se extendía por territorios del reino de Aragón, situación que ha perdurado hasta hoy.