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85. INDUSTRIA (baja Edad Media)

La producción industrial, fruto de la actividad regulada gremialmente o, más propiamente dicho, el artesanado aragonés durante la baja Edad Media es consecuencia directa de la producción agrícola [v. mapa 82], de las materias primas propias [v. mapa 83] y de la minería [v. mapa 84], cuyas deficiencias se han señalado. El resultado fue una industria insuficiente en cantidad y deficiente en variedad.

Allí donde se aunaban madera y hierro -Pirineo, Moncayo y Sistema Ibérico turolense- se ubicaron las ferrerías, aunque la mayor parte del hierro a transformar llegó por la frontera navarra [v. mapa 86].

La industria textil la hallamos más dispersa por todo el Reino (Jaca, Huesca, Tarazona, Añón, Calcena, Zaragoza, Híjar, Albarracín, Teruel, etc.). Se trata de enclaves de relativa importancia, sobre todo porque produjeron tejidos bastos. No obstante, algunos de éstos llegaron a exportarse, cual es el caso de los jacetanos. Pero las telas de lujo tuvieron que ser importadas, como muestran con claridad los libros de contabilidad de las "collidas" [v. mapa 73]. Ya es Cataluña, desde el siglo XIV, el principal proveedor.

A la textil está muy ligada la industria del tinte, que tuvo en Zaragoza, Jaca, Huesca, Uncastillo y Daroca sus centros más dinámicos.

La producción de cuero tuvo más relevancia que las anteriores y, además, mayor continuidad, puesto que algunas de las localidades que comenzaron entonces esta actividad han perpetuado la tradición hasta hoy, sobre todo en torno al Moncayo: Tarazona, Calcena, Illueca y Brea que, con Zaragoza, centralizaron casi toda la producción que, en gran parte, se exportó.

Como puede observarse a la hora de hablar del comercio [v. mapa 86], multitud de productos manufacturados tuvieron que ser importados, como el papel, las armas, los objetos de lujo, los perfumes, los fármacos, etc.