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84. MINERÍA (baja Edad Media)

La simple observación de un mapa sobre el comercio exterior aragonés durante la baja Edad Media [v. mapa 86] nos llevará a una conclusión: la poca importancia de nuestra minería y la consiguiente dependencia de las importaciones.

Las minas dependían, en general, de la Corona, que las solía arrendar a particulares para su explotación. Sabemos que los ingresos por este concepto fueron exiguos, tanto por lo bajo del precio del arriendo como por la escasez de minas y su modesta producción.

  • El hierro se explotaba principalmente en torno al Moncayo, en el Pirineo (Bielsa) y en Ojos Negros, pero su producción era insuficiente, de modo que la importación de hierro por la frontera de Navarra será una constante. Asimismo es insuficiente la extracción de plata en el Moncayo y Benasque, y era dedicada a la fabricación de moneda y a la orfebrería. Pobre es la producción de alcohol o galena que proporcionaba Sahún, en el Pirineo; exigua la explotación de las minas de azufre de Riodeva. En la lista habitual de los productos importados están el carbón, mercurio, cobre y estaño, tan necesitados para el armamento. Sólo la sal y el alumbre eran suficientes para cubrir las necesidades internas, existiendo excedentes de alumbre que se dedicaron a la exportación.

  • La sal era indispensable tanto para la dicta animal y humana como para la conservación de alimentos. Una salina constituía una saneada fuente de ingresos para sus dueños, que casi siempre fueron el rey y los grupos privilegiados, sobre todo la nobleza laica y alta clerecía.

    Nadie podía adquirir sal fuera de la demarcación señalada por las autoridades, hasta convertirse en un monopolio casi exclusivo de la Corona que, para adquirir fondos, llegó a señalar cupos mínimos por persona, medida que originó no pocos problemas con la población.

    Varias acciones guerreras tuvieron como motivo esencial la ocupación de alguna salina, lo que tal vez nos explique, por ejemplo, la arriesgada incursión musulmana hasta Naval, tras la derrota de Alfonso I en Fraga (1134), adentrándose de manera casi suicida en territorio enemigo.

    El Reino estuvo salpicado de salinas, que han dejado abundante huella en la toponimia, es decir, en los nombres de nuestros pueblos.

  • El alumbre era necesario e insustituible para la fijación del color de los tejidos y miniaturas, para el curtido de las pieles y para una gran variedad de procesos "industriales", como la vidriería, la terminación de pergaminos, el embalsamamiento o la farmacopea humana y animal.

    De entre los varios métodos de obtención, fue importante el seguido en Alcañiz, en vigor hasta pleno siglo XVIII, por lo menos. Todo el Bajo Aragón se convirtió en la principal comarca productora de alumbre, tanto que llegó a hacer de Aragón un país exportador durante toda la Edad Media.