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8. RESTOS GRIEGOS Y FENICIOS

Mientras nuestros antepasados de la I Edad del Hierro [v. mapa 7] se hallan en plena Prehistoria, la Península es visitada por varios pueblos que dominan la escritura, es decir, que han entrado en la Historia.

Los contactos con estos visitantes "históricos" extrapeninsulares van a ser decisivos para la evolución cultural y material de las gentes del valle del Ebro.

Los metales peninsulares (plata, oro y cobre, sobre todo) o los llegados de las Islas Británicas (estaño fundamentalmente), algunas materias primas, la posibilidad de entablar relaciones comerciales e incluso la necesidad de buscar nuevas tierras para su excedente de población, como en el caso de los griegos, fueron algunos de los motivos de la llegada de fenicios y griegos a la Península, sobre todo a la zona costera mediterránea. No obstante, mantuvieron contactos con los pueblos del interior, como queda constatado por los relativamente abundantes restos arqueológicos.

a) El primer resto objetivo de los fenicios en las actuales tierras aragonesas data del siglo VII a.C. Desde entonces, es la zona comprendida desde los ríos Matarraña y Algás hasta la desembocadura del Ebro la más influida, aunque también tuvieron contactos con poblados más continentales, como lo demuestran determinados hallazgos en Azaila, Calaceite o Alloza, aunque en estos casos se trate de influencias ibicencas, o sea, de los fenicios de Ibiza, influencias que alcanzaron hasta los siglos II-I a.C.

b) La influencia griega data en nuestras tierras desde el siglo VI a.C., dentro de un radio de acción más amplio que el fenicio, como lo demuestran los múltiples restos de cerámica de "figuras negras", "figuras rojas", vasijas áticas, cráteras, etc., hallados en puntos diversos del Aragón actual.

Pero lo de menos son estas aportaciones materiales. Téngase en cuenta que los pueblos del valle del Ebro, como se ha indicado, se hallan todavía en la Prehistoria, en la "II Edad del Hierro" [v. mapa 9], inmersos en un sistema de carácter agro-pastoril. Por el contrario, los visitantes greco-púnicos aportan un bagaje plenamente histórico (conocen la escritura), una organización mercantil (disponen de moneda y de factorías-mercado) y una estructura «industrial» (salazones, alfarería de torno, armas, etc.). No es de extrañar, por lo tanto, que estos. contactos fueran vitales para ayudar a los moradores del valle del Ebro a entrar en la Historia.

Los fenicios dejaron su herencia a los cartagineses, aunque por poco tiempo, en tanto que la civilización griega fue suplantada por la romana. Esta, tras enfrentarse con los cartagineses, llevaría a cabo la conquista de toda la Península romanizándola [v. mapas 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19 y 20].