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73. SOBRECOLLIDAS Y PEAJES (siglos XIV-XV)

Del sistema tributario aragonés desconocemos todavía abundantes datos. El sostenimiento del Reino se basó, en principio, en la explotación de las tierras de realengo y las salinas, en los impuestos sobre las juderías y morerías, y en la percepción de varios impuestos ordinarios.

Entre los impuestos o ingresos ordinarios de la corona, que son muy diversos, destacan la "pecha" (de carácter personal), los «peajes» (por el tránsito de las mercancías por el interior del reino), el "portazgo", el "pontazgo", "cenas", tasas de Cancillería, arrendamiento de rentas reales, etc.

Pero los gastos fueron siempre superiores a los ingresos durante toda la baja Edad Media dadas las múltiples exenciones (nobleza y clero, en particular) y condonaciones que el rey tuvo que firmar por imposibilidad de pago.

La monarquía tuvo que arbitrar otros sistemas recaudatorios, intentando obtener dinero de quienes lo poseían -nobleza, iglesia y burguesía ciudadana-, aunque a cambio, generalmente, de tener que otorgarles nuevos privilegios. Así nacieron el "monedaje" (percibido en las ciudades) y los ingresos o "subsidios extraordinarios", gestionados éstos a través de las "Cortes", institución que, en la práctica, se convirtió en el centro más importante de la política económica del Reino.

Las Cortes [v. mapas 80 y 81], tras aprobar los "subsidios extraordinarios", tenían que recaudarlos, nombrando para ello periódicamente a sus diputados, tesoreros y revisores, hasta que, con el tiempo, este servicio se estabilizó y dio origen a la "Diputación del Reino". En general, tres fueron los procedimientos de recaudación de subsidios extraordinarios por parte de las Cortes, a través de la Diputación: "fuegos", "sisas" y "generalidades".

  • El impuesto por "fuegos" tenía carácter familiar, pero para percibirlo había que confeccionar el censo (tan importante para los estudios demográficos), lo que encontró y creó no pocas dificultades. El primer censo fiable no se pudo hacer hasta 1495 [v. mapas 87, 88 y 89].

  • Mediante la "sisa", los recaudadores se quedaban una parte en especie de las operaciones comerciales, hasta que, andando el tiempo, se convirtió en un impuesto en metálico.

  • Por último, las "generalidades" eran los impuestos o aranceles que se gravaban en las mercancías que entraban y salían del Reino, y se destinaban a cubrir las necesidades generales, de ahí su nombre, a través de la "Generalidad del Reino".

    Si bien "fuegos" y "sisas" permanecieron, fueron las "generalidades" las que se mostraron como el método más idóneo y seguro para la percepción de subsidios extraordinarios. Pero para ello hubo que organizar un sistema de cobro, salpicando todas las fronteras de puestos aduaneros, las "collidas", algunas de ellas, como puede observarse, muy en el interior, lo cual hacía bastante difícil el fraude.

    Las "collidas" eran arrendadas y sus arrendadores tenían que organizar todo el sistema, agrupando aquéllas en determinados centros coordinadores, las llamadas "sobrecollidas", cuyo número y límites variaron, según las épocas.