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61. EL SISTEMA DE TENENCIAS (siglos XI-XII)

El reino surgido en 1035 [v. mapa 42] carecía por completo de una estructura político-administrativa. De ahí que los monasterios, además de su tarea religioso-cultural, desempeñaron, antes y después de estas fechas, un papel importante como ordenadores económicos de los valles pirenaicos en los que estaban enclavados [v. mapas 68 y 69]. Con el alumbramiento del nuevo reino nació también una institución que, matizada y evolucionada por los acontecimientos políticos, va a perdurar hasta finales del siglo XII. Esta institución -de carácter militar, administrativo, judicial y político- se llamó "tenencia" y quienes la desempeñaron, "tenentes" o "seniores".

El rey, para llevar a cabo la reconquista, tuvo que compensar los servicios de los "milites" con la entrega de tierras y asegurar luego militarmente las ganancias con hombres de su confianza. Pero estos hombres, los "tenentes", desde sus castillos no fueron tan sólo defensores militares de los territorios confiados en "tenencia" por el rey, sino que se convirtieron en representantes políticos y administrativos de aquél. Había surgido así un primer ordenamiento administrativo.

Las múltiples tenencias se fueron acumulando en manos de unas pocas familias, que tratarán de convertirlas en hereditarias, lo que, en cierto modo consiguieron, dando origen a la primera nobleza del reino, entre la segunda mitad del siglo XI y la primera del XII. No será extraño encontrar a una mujer ocupando una "tenencia" y transmitirla a su familia; ni a extranjeros, fundamentalmente franceses, sobre todo desde la avalancha masiva de éstos en ayuda del Batallador [v. mapa 52].

La influencia política y militar de estos "tenentes" fue considerable, y este inicial sistema de organización del Reino dejará huella secular en el reparto y posesión de la tierra, ya que un elevado porcentaje de las tierras de los «señoríos nobiliarios» bajomedievales y de las edades moderna y contemporánea tendrá origen entonces [v. mapa 75].

Junto a los "tenentes" debieron coexistir los "merinos" y los "bailes", especie de administradores privados de los dominios reales no entregados en "beneficio", lo cual permitió al monarca renovar estos cargos a su antojo.

La política de Alfonso I el Batallador, si bien se amparó en esta institución, comenzó a basarse en otras nuevas [v. mapa 51], más acordes con las necesidades del momento (apareciendo así las "Comunidades" [v. mapa 72] y las Órdenes Militares [v. mapa 70]) y menos peligrosas, puesto que las «tenencias» no hacían más que imprimir excesiva fuerza económica y política a la nobleza que las usufructuaba.

Entre finales del siglo XII y comienzos del XIII, la "tenencia", institución típicamente aragonesa, dio paso a otros sistemas organizativos.