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La muerte del Batallador [v. mapa 51] provocó una crisis que pudo haber tenido repercusiones insospechadas. La propia ciudad de Zaragoza, por ejemplo, se jugó entonces su destino y, si finalizó siendo aragonesa, pudo haberlo sido navarra y, sobre todo, castellana, como lo fue entre 1134-1137.
A nadie interesó llevar a la práctica el testamento de Alfonso I, excepto a sus benefactores, las Órdenes Militares. Todo un drama tuvo lugar en aquellos momentos, siendo actores destacados del mismo Alfonso VII de Castilla-León; García Ramírez, de Navarra; Ramiro II, de Aragón; el barcelonés Ramón Berenguer IV, y las Órdenes Militares. El desenlace, en síntesis, supuso la independencia de Navarra; la dependencia del "Regnum Cesaraugustanum" de Aragón, incluida Zaragoza; la coronación de Ramiro Il como rey de Aragón, tras exclaustrarse; el matrimonio de Petronila, su hija, con el conde barcelonés Ramón Berenguer IV (1137); el asentamiento de las Ordenes Militares en el bajo Ebro y en el Maestrazgo.
Una vez solucionada la crisis, Ramón Berenguer IV, en calidad de príncipe de Aragón, nunca como rey, y los sucesores de éste y de Petronila -Alfonso II, Pedro II y Jaime I el Conquistador- van a completar la reconquista aragonesa, diferenciada de la catalana, primero, y de ésta y la valenciana, después. Las distintas fases se hallan recogidas gráficamente en el mapa. Digamos tan sólo que la reconquista aragonesa finalizaba con la incorporación del "señorío" independiente de Albarracín, en 1284 [v. mapa 45].
Una buena parte de las ganancias obtenidas pasaron a depender de Cataluña y/o Valencia, hecho que, por su importancia, será destacado [v. mapa 60].