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53. LA OBRA DE ALFONSO I EL BATALLADOR

Aparte de su magna tarea reconquistadora, cuyos logros a punto estuvieron de perecer con él [v. mapa 51], la obra de Alfonso I el Batallador adquiere singular relevancia en otros muchos aspectos. Destaquemos tan sólo los siguientes:

  • El resultado de su política militar acabó trastocando el anterior reparto de fuerzas en la Península. Hasta entonces, la dirección de la reconquista la había asumido Castilla-León, llegando incluso a someter a vasallaje al monarca aragonés, como ocurriera con ocasión del nacimiento del "condado de Navarra", finalizando el siglo XI. Y Castilla-León pretendían no sólo hacerse con la taifa zaragozana, sino con Valencia mismo, negando a Aragón sus propias posibilidades reconquistadoras al sur de sus tierras montañosas. En adelante, merced a la obra de Alfonso I, Castilla-León tendrá que negociar con Aragón-Cataluña las zonas respectivas de expansión [v. mapa 56].

  • El carácter y el espíritu que confirió a sus conquistas, ayudándose incluso con Ordenes Militares propias -como las de Belchite y Monreal, semejantes a las de Tierra Santa- merecieron la categoría de "cruzadas", como se reconoció en el concilio de Letrán I (1123). Fue el precedente para ulteriores declaraciones de "cruzada" por parte de Roma, con los aspectos positivos que ello implicaba, en condiciones semejantes a las Cruzadas a Tierra Santa.

  • En el aspecto social, su gobierno alteró profundamente la fisonomía del Reino. A la masa de pastores y agricultores convertidos en guerreros, aportó un buen número de "mozárabes" tras su expedición andaluza; se asentaron en Aragón numerosos franceses, llegados sobre todo al reclamo de la toma de Zaragoza [v. mapa 52]; incorporó a la vida del Reino a una gran masa de musulmanes, los "mudéjares", en favor de cuya integración dictó abundante legislación.

    Noticias coetáneas de éste y del otro lado del Pirineo lo ensalzaron como pocas veces se había hecho, porque "ningún príncipe cristiano le sobrepasó en valor" a este "nuevo Julio César... o segundo Carlomagno", ya que "ni antes ni después de él, hubo en Aragón rey que se le pareciera ni en lo fuerte, ni en lo prudente, ni en lo belicoso".