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Tras la fragmentación peninsular ocurrida entre 1031 (nacimiento de los reinos de Taifas) [v. mapa 44] y 1035 (testamento de Sancho III el Mayor) [v. mapa 41], tiene lugar otro nuevo proceso unificador:
De la contemplación del mapa, salta a la vista un hecho palpable: el distinto grado de profundización hacia el Sur entre los estados cristianos orientales y los occidentales, lo que tiene varias explicaciones, entre ellas la entidad mayor o menor de las poblaciones musulmanas que, en el proceso reconquistador, iban encontrando unos y otros.
La toma de una ciudad musulmana importante, a tenor de los medios militares y tácticos del momento, llevaba aparejada la de su zona de influencia y así, mientras en el centro había caído Toledo (1085), en el valle del Ebro aún quedaba por reconquistar Zaragoza, llave de una amplísima comarca.
La invasión almorávide suponía en estas fechas un nuevo freno al descenso de la línea fronteriza.