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49. NAVARRA, REPARTIDA ENTRE ARAGÓN Y CASTILLA (1076)

En 1076, el rey pamplonés Sancho de Peñalén (1054-1076) era asesinado por sus propios hermanos; los navarros, antes que entregar el Reino a los asesinos, llamaron en su ayuda a los reyes de Castilla y Aragón -Alfonso VI y Sancho Ramírez, respectivamente-, ambos primos hermanos del monarca fallecido.

El reino de Pamplona fue dividido en dos partes, correspondiendo al aragonés núcleos tan importantes como San Sebastián, Huarte, Estella, Funes (todos ellos marcando la frontera con la parte castellana), más Tafalla y Pamplona.

No obstante, las relaciones entre castellanos y aragoneses fueron bastante malas, máxime cuando estaba en disputa una gran parte del valle del Ebro y Zaragoza como meta, de modo que, en 1086, Alfonso VI se encaminaba resuelto hacia esta ciudad cuando la llegada de los almorávides no sólo le hizo desistir, sino también solicitar la ayuda del aragonés, quien se la prestó a cambio de solucionar los litigios que la división de 1076 había producido.

Esta aportación territorial, humana y económica fue uno de los desencadenantes del despegue reconquistador aragonés [v. mapa 47], aparte de que privaba a los musulmanes zaragozanos del apoyo que los pamploneses les venían prestando en contra de Aragón. Además, el aislamiento que castellanos y pamploneses pretendían de Aragón quedaba roto.

La unión entre navarros y aragoneses continuó hasta el fallecimiento de Alfonso I el Batallador (1134), fecha en la que los primeros proclamaron rey a García Ramírez el "Restaurador".