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47. LA AMENAZA A LOS GRANDES NÚCLEOS MUSULMANES DEL VALLE DEL EBRO (siglo XI)

Una serie de circunstancias favorables van a permitir a los inmediatos sucesores de Ramiro I sobrepasar con creces la línea defensiva organizada por Sancho III, de forma que Sancho Ramírez (1062-1094) y Pedro I (1094-1104) se van a quedar a las puertas de las principales localidades musulmanas del valle. Esas circunstancias favorables podrían resumirse así:

  • En primer lugar, la legitimidad de la nueva dinastía era lograda plenamente por Sancho Ramírez (1073-1074) y Pedro I (1095) al poner el Reino bajo el amparo y protección de la Santa Sede, de forma que Aragón va a entrar a formar parte, por derecho propio, del concierto de los estados occidentales;

  • Por otra parte, el territorio aragonés se va a ver considerablemente ampliado con tierras pamplonesas al morir sin sucesión el rey Sancho de Peñalén (1076), además de la aportación humana y económica que ello supuso [v. mapa 49];

  • La fragmentación del califato en reinos de Taifas debilitó a los musulmanes de tal manera que incluso tuvieron que comprar la paz a base de oro, es decir, mediante la entrega de "parias" [v. mapas 44, 45 y 46], constituyendo una de las causas del renacimiento económico que tuvo lugar en esos instantes;

  • Por otro lado, Aragón y la parte navarra que le correspondió en el reparto de 1076 van a verse cruzados por la ruta comercial y religiosa que vivificará todo el Norte peninsular [v. mapas 90 y 91], a través de los pasos Roncesvalles-Pamplona y Canfranc-Jaca;

  • La apertura a Europa iniciada por Sancho III favoreció los contactos políticos con territorios del otro lado de los Pirineos, lo cual significó ayuda material, militar y humana de indudable valor [v. mapa 52]. Fruto de todo ello será la restauración de la vida urbana [v. mapas 76 y 77], y el inicio de la auténtica reconquista aragonesa, cuyo primer paso lo había dado precisamente Ramiro I en territorio ribagorzano. Las campanas militares de Sancho Ramírez y Pedro I, aparte de incorporar por vez primera tierras llanas del valle del Ebro, incluyendo posiciones tan importantes como Ayerbe, Huesca, Alquézar, Barbastro, Graus y Monzón, extendieron tentáculos amenazadores sobre Tudela (Milagro y Arguedas), Ejea (Luna y Sádaba), Zaragoza (El Castellar y Juslibol), Fraga (Zaidín y Velilla), Tamarite y Lérida (Almenar). Alfonso I el Batallador, al recoger esta herencia y conquistar la mayor parte de las poblaciones cercadas por Sancho Ramírez y Pedro I, a punto estuvo de acabar con la reconquista del valle del Ebro [v. mapas 51 y 53].