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Durante la crisis del Emirato, en el siglo IX, un miembro de la familia berberisca de los Beni Razin logró separar de Córdoba, como en tantas otras de al-Andalus, la antigua "cora" de Sahla, pero el poder aglutinador de Abderramán III, el primer califa de Córdoba, terminó con la independencia de Sahla (= Albarracín), cuya familia y apetencias de independencia rebrotaron a la hora del reparto taifal, en 1031.
Su territorio se limitó a los cursos altos del Guadalaviar (donde estaba la capital, Albarracín) y del Jiloca, más el trazado completo de Alfambra.
Salvados a duras penas de las apetencias del rey moro zaragozano, tanto Alfonso VI como el Cid devastarán sus tierras, pero una vez más saldrán a flote, hasta que los almorávides terminen con su independencia, como con la del resto de los Taifas, pues al-Andalus volvió a unificarse una vez más.
Desde entonces, el más absoluto silencio sobre la Sahla en las crónicas coetáneas. Cuando su recuerdo y realidad reaparezcan, en el siglo XII, surgirá con el nombre de Santa María de Aben Razín, pero ahora como señorío cristiano, independiente de todo reino, hasta finales del siglo XIII, que acabará integrándose a la corona aragonesa [v. mapa 54].