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38. EL PIRINEO ARAGONÉS, EN LA ÓRBITA DE NAVARRA (siglo X)

¿Cómo defenderse ante el poderío del Califato de Córdoba instaurado por Abderramán III en 929? ¿Cómo oponerse a un estado que ha sido capaz de crear la primera Universidad de Occidente?

La frontera entre musulmanes y cristianos no estaba definida pues, aparte de las cadenas montañosas, no existía una línea defensiva consistente. Cuando se lo proponen, los cordobeses se adentran en el corazón de los indefensos condados aprovechando los cursos fluviales, sobre todo en Sobrarbe. Especialmente recordadas son las incursiones de Almanzor (999) y de su hijo Abd al-Malik (1006) [v. mapa 19]. Los tres condados carecen de brazos, de base económica sólida y de estructura técnico-militar para desarrollarse por sí solos, para saltar al llano, incluso para defenderse. Ningún núcleo urbano ni mercantil importante hasta bien entrado el siglo XI, pues Jaca es por ahora tan sólo una aldea como las demás.

En condiciones tales, ¿cómo pudieron oponerse al Califato Aragón, Sobrarbe y Ribagorza? La ayuda franca, como en los siglos VIII y IX, era imposible [v. mapa 37]. Ahora la ayuda, a costa de una relativa dependencia institucional, vino del poderoso Reino de Pamplona y duró todo el siglo X y buena parte del XI.

Siete años antes que Abderramán III se proclame «califa», en 929, el monarca pamplonés Sancho Garcés I (905-925) anexionó a su corona el condado de Aragón, al casarse con la condesa aragonesa Andregoto, y hasta incorporó, amparado en la naturaleza del terreno, una estrecha faja al norte de las Cinco Villas.

La dinastía condal de Ribagorza resistió algo más, pero las incursiones musulmanas de fines del siglo X y comienzos del XI, a punto estuvieron de costarle la independencia, pasando a depender, al fin, del rey pamplonés, entre 1017 y 1025.

Sobrarbe, como en los siglos anteriores, fue presa de su peculiar geografía y vio alternarse el poder de los musulmanes, de los condes ribagorzanos y del rey pamplonés.

Es preciso indicar que, a pesar de la absorción por parte de Pamplona, estos territorios conservaron íntegra su propia identidad, no siendo asimilados al patrimonio de los reyes navarros. De ahí que, por ejemplo, el condado de Aragón, como se sigue titulando, 113 años después de la anexión de Sancho Garcés I, en 1035, recobrará su independencia jurídica y será capaz de engendrar un Reino distinto del pamplonés.

El "amparo" navarro durará hasta cuatro años después de la descomposición del Califato (1031) [v. mapas 41 y 42]. Esta ayuda significó una garantía de continuidad de los tres condados pirenaicos, netamente diferenciados entre sí.