Introducción Índice temático Índice de mapas

37. EL PIRINEO ARAGONÉS HASTA 920

Mientras en la tierra llana del valle del Ebro las luchas entre las distintas etnias musulmanas eran una constante [v. mapas 35 y 36], en el Norte pirenaico los acontecimientos fueron distintos. La montaña apenas se islamizó [v. mapa 34], muy al contrario, es allí donde se formó la conciencia antimusulmana que daría origen a la reconquista. Llano y montaña son dos mundos diferentes que viven historias diferentes, aunque inevitablemente entrelazadas.

Las "tierras altas", reducto de cristianos, nos aparecen desorganizadas, carentes de guías, atomizadas en valles ásperos, pero con un denominador común, el enorme deseo de independencia, fruto de la conciencia particularista de sus gentes. Este deseo antimusulmán se vio alentado y apoyado desde el otro lado del Pirineo.

Los Francos, tras rechazar a los musulmanes en Poitiers (732), fueron capaces de cimentar un enorme y poderoso estado durante la segunda mitad del siglo VIII y primer tercio del IX: el Imperio de Carlomagno. Un estado que, para defender sus dilatadas fronteras (del Pirineo al Elba, al Danubio e Italia), se rodeó de zonas militarizadas, de regiones tapón, denominadas "marcas", como las llamadas bretona, soraba, oriental, panónica e hispánica, que fueron las más importantes. Es muy verosímil que existiera asimismo una "marca Aragonense", compuesta por tres "condados", los de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza.

Es preciso destacar, no obstante, que Sobrarbe, de más fácil acceso desde el llano a través de los anchos valles del Cinca y del Ara, soportó durante mucho tiempo la presencia musulmana, de forma que Boltaña debía ser musulmana a comienzos del siglo X.

Los tres territorios, que siguieron caminos paralelos, pero distintos, debieron ser gobernados, en principio, por dinastías condales de procedencia franca o impuestos por los francos. Ahora bien, cuando el Imperio Carolingio se eclipse, a mediados del siglo IX, se convirtieron en dinastías condales independientes, del país. Aznar Galíndez I inicia en Aragón una dinastía pro-carolingia, pero Galindo Aznárez II representa ya la independencia (893-924), denominándose "conde de Aragón".

La ayuda franca había sido fundamental en la lucha contra los musulmanes, pero la decadencia del Imperio Carolingio y la descomposición del Emirato de Córdoba durante el siglo IX [v. mapa 36] y primer cuarto del siglo X, condujo a los tres condados pirenaicos a la independencia, aunque precaria.

Porque, no obstante, esta independencia duró poco tiempo. En realidad los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza carecían, de momento, de infraestructura suficiente para sobrevivir por sí solos y, de buen o mal grado, deberán caer ahora en la órbita del Reino de Pamplona, durante el siglo X y primer tercio del XI [v. mapa 38], lo cual les ayudará a sobrevivir frente al reconstruido poder musulmán del Califato de Abderramán III.