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34. DOMINACIÓN MUSULMANA DEL VALLE MEDIO DEL EBRO (siglo VIII)

Los musulmanes se apoderaron militarmente o por capitulación de los núcleos de población más importantes, casi todos ellos situados en las tierras bajas del Ebro. Muchos de los cristianos residentes allí, excepto casos minoritarios -los llamados "mozárabes"- se convirtieron al Islamismo buscando fundamentalmente exenciones tributarias. Todo un relativamente importante cinturón de poblaciones (Zaragoza, Bílbilis -a la que luego sucederá Calatayud-, Huesca, Tarazona, Ejea, Ayerbe, Tamarite, Lérida, etc.), será ampliamente asimilado [v. mapa 33].

Por el contrario, la zona montañosa del Norte, mal comunicada y con poblados exiguos, parece que fue sometida por la administración musulmana mediante la instalación de pequeñas guarniciones fortificadas en torres aisladas, suficientes para asegurarse la percepción de los tributos impuestos a la población cristiana. Estas torres debieron dejar huella en multitud de topónimos o nombres de pueblos, como Castiello, Castellazo, Castejón, Castelsiver, Castellar, etc., y aún en otros de nombre bien diferente, como Rapitán, hasta hace bien poco fortín militar, que dominaba la ciudad de Jaca, en aquellos tiempos una simple aldea. Todo el valle del Ebro formó parte de una de las tres grandes provincias o "marcas" en las que se dividió al-Andalus: la Marca Superior. A su vez, ésta estuvo compartimentada en circunscripciones menores, las «coras», gobernadas por un "walí". Estas coras variaron según las épocas, de modo que la división que muestra el mapa es tan sólo una instantánea.

Divididos por trazos en color rojo aparecen los territorios pirenaicos que, tras sacudirse el dominio musulmán, van a dar origen a Aragón [v. mapas 37 y [38].