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30. ASISTENCIA DE LOS OBISPOS HOY ARAGONESES A LOS CONCILIOS VISIGODOS

Ya se ha indicado la cohesión interna de la Iglesia visigoda [v. mapa 29].

Pues bien, el órgano esencial de comunicación intereclesial fueron los concilios, tanto provinciales como generales.

El concilio provincial congregaba, en torno al metropolitano, a todos los obispos a él ligados para dictar normas litúrgicas y disciplinares válidas para toda la provincia metropolitana: regulación de la vida monástica, resolución de litigios pendientes entre obispos, cuestiones de fe. Asimismo podía actuar como tribunal eclesiástico. Las decisiones adoptadas de esta manera colegial vinculaban a todos los obispos de la provincia. Este tipo de asambleas fueron frecuentes desde la primera mitad del siglo VI.

El concilio nacional aparece en época visigodo-católica, como expresión colegiada de toda la Iglesia del Reino. Su arranque tiene lugar en el III Concilio de Toledo, el de la conversión de Recadero.

Competencias básicas de estas asambleas fueron las cuestiones de fe y las de interés común para toda la Iglesia nacional, pero estas segundas se entendieron en sentido tan amplio que en realidad interesaba el bien común nacional, circunstancia que convirtió a los concilios nacionales en asambleas político-eclesiásticas, a cuyas sesiones solían acudir laicos designados por el rey con objeto de deliberar y legislar juntos, aun cuando era al monarca a quien correspondía la decisión final en temas legislativos. Por último, la judicial fue otra de sus funciones, suplantando en este ámbito a los concilios provinciales.

Ciñéndose ahora al marco estrictamente del valle del Ebro, sus obispos dependían del metropolitano de Tarragona, pero el obispo zaragozano, enclavado en la capital del "convento jurídico" y en la urbe más importante y estratégica del valle, debió ejercer una cierta primacía sobre los obispos circundantes: Osca (= Huesca), Turiaso (= Tarazona), Ilerda (= Lérida), Calagurris (= Calahorra) y Pompelo (= Pamplona).

Como puede observarse en el mapa, los representantes de las tres sedes situadas en territorio hoy aragonés asistieron al menos a 16 concilios, en su mayor parte nacionales. Por otra parte, Huesca en una ocasión y Zaragoza en tres, congregaron concilios provinciales. Dadas las competencias de tales asambleas, como se ha indicado, estos obispos tuvieron motivos para hallarse en vanguardia.

De algunos de estos «ordinarios» sabemos de sus grandes dotes, como Juan, hermano de Braulio y antecesor suyo en la sede zaragozana; Braulio (631-651), una de las figuras más importantes de la España visigoda; Tajón (651-680), sucesor de Braulio; o los obispos oscenses Elpidio y Vicente.

Es en este terreno religioso-cultural en el que más destacaron los hombres de nuestras tierras dentro del conjunto hispano [v. mapa 28].