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26. EL REINO VISIGODO EN LA ÉPOCA DE LEOVIGILDO (573-586)

La falta de datos documentales, cronísticos, epigráficos y aún arqueológicos sobre las tierras hoy aragonesas durante la época visigoda no permite realizar un estudio particularizado de este espacio geográfico. Necesariamente hay que referirse a la totalidad del Reino.

El centro de gravedad político-económico del estado visigodo fue desplazándose a lo largo de su historia desde Septimania a Cataluña, de la Bética a Toledo, pero la parte central del valle del Ebro jamás alcanzó un peso específico relevante dentro del conjunto.

El máximo artífice de este centralizado estado fue Leovigildo (573-586). Desplazados de las Galias a comienzos del siglo VI [v. mapa 25], los visigodos sufrieron una importante crisis a mediados de dicha centuria. Suevos, Cántabros, Vascones, la zona de Sabaria (en el Duero), la de Oróspeda (en la Bética) y una buena parte del Sur peninsular, ganado por el emperador bizantino Justiniano, no obedecían al monarca visigodo. La magnitud de la obra de Leovigildo se cifra en la práctica unificación peninsular.

Leovigildo incorporó parte de los territorios bizantinos, que no serían totalmente visigodos hasta el reinado de Sisebuto, en 616. Acabó con las autonomías de Sabaria y Oróspeda, incorporó los territorios cántabro y astur, redujo momentáneamente a los siempre inquietos vascones y conquistó, en fin, el reino de los Suevos (585).