Introducción Índice temático Índice de mapas

1. RESTOS DEL PALEOLÍTICO Y EPIPALEOLÍTICO

Las primeras huellas humanas halladas en el actual Aragón datan del Paleolítico, período pobre en restos arqueológicos hasta ahora, lo que dificulta el conocimiento de los modos de vida de nuestros antepasados.

Durante el Paleolítico Inferior y Medio predomina el hombre de raza de Neandertal, del conocemos un limitado muestrario de instrumentos de piedra de talla tosca. Incapaz de producir sus propios alimentos, este hombre se vio obligado a itinerar en busca de cuevas y abrigos que le dieran cobijo frente al frío reinante. Hoy nos son conocidos algunos de estos yacimientos, como los de la "Masada de Ratón" (Fraga, H), Mara, Cadrete, Colungo, Cretas o Mazaleón.

No poseemos muchos más datos objetivos para conocer la vida del hombre de Cromagnon, principal actor de la cultura del Paleolítico Superior, aunque los restos hallados nos muestran una gran variedad de utensilios de sílex, hueso y asta, todos ellos apropiados para desarrollar diversas tareas concretas, como pelar, cortar, serrar, raspar, perforar. Agujas, arpones, cuchillos, propulsores, etc., forman parte ahora del bagaje cultural y material del hombre de este período, lo cual supone un avance considerable respecto al del Paleolítico Inferior. La pintura, por otra parte [v. mapa 4], será quizás la gran innovación, independientemente de su carácter mágico o religioso. La "Cueva del Forcón", cerca de Aínsa, podría ser el yacimiento representativo de este período.

Tras el Paleolítico, la cultura del hombre del Epipaleolítico o Mesolítico se desarrolló en el valle del Ebro entre los años 7.000 y 4.000 a.C., cuando los grandes hielos se retiraron hacia el Norte, llevándose consigo a los grandes animales hervíboros. Nuestros antepasados tuvieron que cambiar de género de vida: su habitáculo pudo construirse al aire libre y su dieta estuvo compuesta ahora por pequeños animales y productos vegetales y miel. En consecuencia, el tamaño del utillaje, de sílex fundamentalmente, disminuyó, dando lugar a los denominados "microlitos", con los que se construyeron armas especializadas para la caza y la pesca.

Esta cultura mesolítica o epipaleolítica parece deberse a aportaciones humanas nuevas, quizás llegadas de la costa, y supone una etapa de crisis, que ha dejado sus huellas más importantes, hasta ahora, sobre todo en el Bajo Aragón.