En el verano de 1833 Faustino Casamayor da por finalizada la insólita empresa que le llevó a registrar diariamente los acontecimientos y la vida de Zaragoza desde 1872, a lo largo de medio siglo. Este volumen transcribe los cuadernos de sus manuscritos en 1831, 1832 y 1833. Falleció poco después, el 5 de octubre de 1834, víctima de la epidemia de cólera. Su propósito consistió, desde el principio, en que los sucesos ciudadanos no se borrarán "de la memoria de muchos, luego que han pasado". Pocos días después de su fallecimiento el claustro de la Universidad de Zaragoza acordó comprar sus manuscritos que, custodiados en su archivo hasta hoy, son una fuente histórica excepcional para la historia de la ciudad.