ÍNDICE POR ÉPOCAS

EDAD MODERNA

81. MOVIMIENTOS SOCIALES EN EL SIGLO XVIII · A. Peiró Arroyo.

En la primera mitad del siglo XVIII, Aragón fue un territorio tranquilo, donde el mantenimiento del orden público fue riguroso. Esta situación se vio profundamente alterada durante el último tercio del siglo. Los movimientos que tuvieron lugar en este período no perseguían una transformación profunda de la estructura social, pero el orden político implantado por los Borbones veía en ellos una fuente de peligro. Estos movimientos presentan una variada tipología, pudiendo ser clasificados de la siguiente forma:

1) Motines: son los más conocidos. Los más importantes fueron los que tuvieron lugar en 1766. Desde seis años antes se atravesaban problemas de abastecimiento, agravados por la liberación del comercio del trigo. La tensión social acumulada estalló en Zaragoza el 6 de abril de 1766 (en el «motín de los broquelaros», que se enmarca dentro de la serie de los que tuvieron lugar en numerosas poblaciones, tras el madrileño de 23 de marzo, conocido como «motín de Esquilache»). El motín zaragozano fue duramente reprimido, primero por los «broquelaros» (paisanos armados) y luego por los Regimientos de Caballería de España y de Dragones de Sagunto. Se saldó con 300 heridos, 200 presos y 6 u 8 muertes. En los días siguientes se dictaron al menos 11 penas de muerte.

El ejemplo de Zaragoza se extendió por todo Aragón, con reivindicaciones diferentes de acuerdo con la situación de cada población. En Codo la multitud quemó la casa del escribano y redujo una dehesa a pasto común; en Huesca se quemaron dos casas de usureros; en Caspe hubo un levantamiento contra los soldados, y en Monzón aparecieron pasquines. Otros incidentes tuvieron lugar en Alcañiz, Barbastro, Benabarre, Borja, Calatayud, Castejón de Monegros, Daroca, Estadilla, Fonz y la Cartuja de Zaragoza.

De menor importancia fueron el motín zaragozano de 1808, contra el Capitán General; y el conato que tuvo lugar en la misma ciudad en 1789, al exportarse a Navarra el trigo que se necesitaba para el consumo.

2) Conflictividad laboral en el gremio: A lo largo del siglo XVIII pueden detectarse diversos conflictos que enfrentan a maestros y oficiales (mancebos) dentro del mismo gremio. Así, en Zaragoza podemos anotar el largo conflicto entre los cirujanos (1728-65), el de los tafetaneros (1732) y el de los sastres (1781-1803). Fuera de la capital, cabe anotar las reivindicaciones salariales de los sastres de Albarracín (1794).

3) Conflictividad jornalera: Desde su creación, la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País intentó situar bajo su control a los jornaleros, lo que -unido a la coyuntura alcista- motivó que surgiesen los primeros conflictos. Las reivindicaciones jornaleras más importantes no surgieron en el ámbito rural, sino en el medio en que su número era mayor, donde su trabajo era más necesario y donde sus medidas de presión podían ser más efectivas: en las ciudades.

En la primavera de 1785 aparecieron en Zaragoza pasquines contra la leva, mientras que en Barbastro los jornaleros reclamaban aumentos del 165,6% en su jornal (consiguiendo un 59,4% ). La protesta arreció en los años siguientes: en 1787 y 1788 hubo movimientos reivindicativos de jornaleros en Barbastro, Calatayud, Huesca y Zaragoza. Paralizado durante la Guerra contra la Convención (1793-95), el mismo año en que finalizaba ésta los jornaleros de Barbastro y Tarazona consiguieron elevar sus jornales.

Paralelamente, tuvo lugar la reacción de los propietarios, que intentaron imponer jornadas de sol a sol, mientras se realizaban levas de «vagos», con destino al ejército.

4) El estallido de la Revolución Francesa coincidió con una época de malas cosechas (que provocaron el citado conato de motín en febrero de 1789). La penetración de la propaganda revolucionaria fue lenta, pero entre 1790 y 1795 fue detectada en La Almunia de Doña Godina, Borja, Calatayud y Zaragoza. Iniciada la Guerra contra la Convención, el descontento cundió especialmente en algunas Universidades, como la de Zaragoza. El envío a Huesca de guardias valonas fue recibido con desagrado y se produjeron enfrentamientos con la población civil.

5) Finalmente, sería necesario añadir los posibles conflictos antifeudales, que debieron de tener lugar en numerosas poblaciones. Sin embargo, todavía la investigación en este campo no ha hecho sino comenzar, y la información de que disponemos hace referencia al período posterior a la Guerra de Independencia.

Por esta causa, los movimientos sociales que se produjeron durante el siglo XVIII tienen un componente básicamente urbano; los centros más conflictivos se concentran en una amplia zona que deja fuera los Pirineos y las Tierras Altas turolenses, donde únicamente merece destacarse la conflictividad laboral de los sastres de Albarracín.

BIBLIOGRAFÍA

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