Es de piedra el poeta podemos definirlo como un lírico homenaje de despedida, una mirada real hacia el ayer, un retorno literaro a la noble raíz humana de la amistad, la lealtad sin límites de tiempo y el amor más puro. Es un paseo breve -en definitiva- por el universo cruel, doloroso, de la ausencia y la muerte material. Esta obra de Ricardo Serna viene a ser una deuda pendiente que salda el autor, a golpe de verso y de memoria, con un pasaje indeleble de su pasado íntimo. La construcción de la rosa recrea, de manera metafórica, el difícil y lento proceso de conversión del ser humano en hombre social. Es una senda de pasos perdidos en la que se entremezclan, como sucede en la obra de Ricardo Serna, amores y lágrimas, pesares, luchas continuas y extrañas contradicciones. La rosa no es tal rosa, sino la imagen o el trasunto del hombre moderno hecho a paso a paso a costa de esfuerzo, cincelado pétalo a pétalo con la exquisita paciencia de quienes, engañados a sabiendas, se piensan grandes y eternos.