Resumen: Al igual que en otros países europeos, a finales del siglo XIX comenzaron a organizarse en la provincia de Zaragoza unas novedosas asociaciones agrarias de signo propietario y conservador. Para algunos grupos de la burguesía agraria provincial, el sendero del capitalismo pasaba así por una acción institucionalizada que incluía una heterogénea red de actividades. Contaban así con unas instituciones que disponían de resortes comerciales y crediticios en medio de un proceso de mercantilización creciente de los insumos agrícolas, y que además eran reconocidas por el Estado como intérpretes privilegiadas de la sociedad agraria en general. En conjunto entidades como la Asociación de Labradores o el católico Sindicato Central, cuyo estudio constituye la base de esta obra, poseían una clara funcionalidad para sus promotores y se convertían en nuevos mecanismos de acción colectiva orientados a reproducir junto a otros su dominio sobre la sociedad campesina aragonesa.