El convento de San Agustín de Zaragoza ha venido siendo en los últimos tiempos a pesar de su importancia histórica, un lugar casi olvidado en el tejido urbano de la ciudad. Referencia imprescindible en la Guerra de la Independencia, atesora en el subsuelo una de las necrópolis musulmanas de Zaragoza y los restos de un convento que alcanzó a lo largo de su dilatada historia un reconocido esplendor. En su existencia, casi ocho siglos, siete de ellos como convento y el resto como cuartel y contenedor de despojos domésticos, ha sido el motor que sirvió de origen a un barrio, ¿quién lo diría?, eminentemente comercial y artesanal. En algo más de dos décadas el barrio ha sufrido un profundo deterioro; refugio de seres marginales y de familias muy humildes con escasos recursos, espera su renacimiento bajo el aliento del Ayuntamiento y de la iniciativa privada. Esta investigación se ha llevado a cabo dentro del plan de trabajo de la Sección de Arqueología del Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza.